
Entre los programadores, parece haber una motivación en dejar una marca personal, casi un toque artístico sobre un producto intelectual, el cual es por naturaleza estándar y funcional. Pero el motivo de Warren Robinett parece haber sido el de obtener reconocimiento por su trabajo, porque en ese entonces no se les daba crédito a los programadores de videojuegos. Es una acción análoga a la de Diego Rivera al incluirse en sus murales, o a la de Alfred Hitchcock colocándose como extra en sus propias películas (lo que luego se llamaría cameo).